Que fue lo que me atrajo de ese chavo, no, no sólo era esa monstruosidad que le colgaba entre las piernas, nada en el era desperdicio, tenía uno de los rostros más hermosos que un hombre pueda tener, un cuerpo esbelto y macizo y el ímpetu de sus 22 años...me puso a mamarsela, a chuparle los huevotes y a besarlo como enajenado y cuando me ordenó que me pusiera en cuatro y abriera lo más que pudiera las piernas para que mi culito quedara expuesto dócilmente le obedeci...dijo que se iba a poner jabón para que me resbalara mejor y que yo me pusiera saliva...el primer embate fue brutal y no entró, el segundo fue salvaje y tampoco entró, yo sudaba y gemía y pujaba y jadeaba y abría las nalgas pero no entraba...él llegó a pensar que no quería que me la clavara y se veía algo molesto, entonces se inco tras de mí, me abrió las nalgas, vio mi culito, lo tocó, lo palpo, trató de meterme un dedo y de improviso su boca se pegó ahí, sentí su lengua urgar en mí entrada, se separó y lo escupió varías veces mientras se pelaba el chostomo para mantener la ereccion, tomó nuevamente el jabón, se puso mucha espuma, me acercó a la orilla de la cama y se dejó ir con todo...creo que mi grito se escuchó hasta los Mochis, entró, entró la cabezota y poco a poco y lentamente sentí cómo iba metiéndome cada milímetro, cada centímetro, cada pulgada de su enorme trabuco...dios mío, Dios mío, cuando recuerdo esa primera vez con él hasta siento escalofríos, cómo me gozo, cómo lo goce, las posiciones inverosímiles en que me puso, cómo sudaba y cómo gemía cuando me sacaba casi totalmente la tranca para volvérmela a sambutir hasta los huevos sin compasión ni misericordia alguna y esos chorros y chorros de mecos calientes y espesos que salvaje y violentamente deposito en lo más profundo de mis intestinos...cuando después de la segunda caída y sin límite de tiempo descansábamos abrazados vino el momento de las confidencias...me pregunto y le contesté...yo era de la Ciudad de México, realizaba trabajos