En ese entonces vivía en la Cd. de Querétaro....
En los días que tenia viviendo en esa bonita ciudad ya había probado varías vergas, a cual de ricas y sustanciosas, pero había un muchacho estudiante de medicina del que me había hecho su amante, era guapísimo, buena onda y su masacuata era de tamaño regular pero siempre me dejaba satisfecho...era una noche como a las once de la noche, esa noche había acompañado a mí picador a un velorio pues uno de sus parientes había muerto, insistió en acompañarme de regreso pero yo le negué, el debía estar con sus familiares y además quería caminar hasta él hotel en que me hospedaba, caminaba despreocupadamente y con singular alegría en medio de la noche, casi faltaban dos cuadras para llegar al hotel cuando en sentido contrario venía un muchacho, pensé en evitarlo pero quería parecer miedoso, ya casi para encontrarnos sé detuvo, me vio y lo vi, seguí caminando y cuando nos encontramos noté que él se empezó a soñar el bulto de su entrepierna, ya nos habíamos separado unos metros, pero la tentación me ganó y voltie, él ya se había sacado la ñonga y hacía como que estaba meando pero en realidad se la estaba jalando, me quedé unos instantes viendo con lo que sus manos estaban jugando y me acerqué lentamente, él no opuso resistencia cuando una de mis manos fue hacia su pito y lo calibre, casi al instante este creció a lo doble y se puso como una roca, aprovechando la sombra de una marquesina nos cobijamos en ella y cuando él me dijo que se la chupara, obedientemente me inque frente a él y comencé a lamérselo, su verga olía delicioso, un aroma entre sudor, meados y mecos y no dude un solo momento en metérmela a la boca, con mi lengua saborie y le limpie la babilla que cubría él cabezon de su ñonga, después seguí con el tronco y chupe lo que pude de sus tanates pues estos estaban atrapados en su pantalón y así estuve dándole lengua hasta que las luces de un carro hicieron que nos separáramos...definitivamente ahí no se podía hacer nada, en cualquier momento alguien nos vería...