Guauuu, que peda agarré en Hermosillo....
Neta que no tengo perdón de dios, ni llenadera, todavía me lamentaba por haberme alejado del mancebo de cd. obregón, pero la vida es cabrona...hacía un calor infernal y me había entretenido durante la mañana viendo a unos muchachos nadar en la alberca, el bulto de sus pequeños calzoncillos finalmente me pusiero inquieto y decidí salir del hotel...anduve vagando por las transitadas calles del centro y ya aburrido al anochecer decidí regresar...frente al hotel había una cantina y decidí entrar para refrescarme tantito...llevaba como la tercera cerveza cuando un muchacho se sentó en mi mesa, dijo que no había más lugar (no era cierto) y desfachatadamente se sentó, pidió cerveza y me comenzó a hacer la plática...yo le contestaba con monosilabos, pensaba en el mancebo de Obregón que tanto me hizo gozar y no le prestaba mucha atención, comencé a fijarme en él cuando vi dos nuevos vasos de cerveza en la mesa, no me acordaba de haber yo pedido más...él solo dijo que me invitaba y fue cuando lo vi en realidad, era alto, moreno, guapito y como unos treinta años, en su rostro se dibujaba permanentemente una sonrisa burlona, me preguntó lo clásico, que de donde era, que el trabajo, que esto, que lo otro, yo respondí algo más interesado, sobre todo cuando noté que sus pies frecuentemente se rosaban con los mios y el de vez en cuando se sobaba la bragueta siempre que no había nadie cerca asegurándose que yo lo viera...ya nunca volví a pedir cerveza pero me tomé como diez, me sentía casi borracho cuando le dije que ya me retiraba, el dijo...¡ oye compa, no puedes irte así, no te van a dejar entrar, mejor te acompaño!...y sin mas el cabron pago lo que se debía, me tomó los brazos y comenzamos a caminar a mi hotel que estaba al frente, sentí que el hijo de la chingada cada vez que podía me arrimaba el chóstomo y eso en vez de encabronarme me agradó...Obregón ya quedaba lejos y yo debía seguoir viviendo, cuando el administrador me dio la llave nos miró suspicazmente pero no dijo nada