(PARTE 3).- Y yo a gemir quedamente, porque
No me entraba, no me entraba tanta tanta carne dura y macisa en mi pedorrito...entonces y cuando ya casi tenía ensartada la mitad de su masacuata el cabrón me la sacó y rápidamente se volvió a untar saliva y nuevamente la colocó en mi entrada y de pronto, sin piedad ni misericordia alguna el malvado me la dejó caer casi hasta el full, mi reacción debió de ser de espanto y agonía pues alguien, un we que había quedado frente a mi me agarró de la cabeza amablemente e hizo que la colocara en su pecho, mientras atrás sentía como el sátiro escuincle de un rápido, cruel y último empujón me la clavó, me la ensartó, me la sambutió totalmente hasta el full, quise gritar gritar pero el muchacho que me sostenía en su pecho me dijo...¡tranquilo, tranquilo! mientras me daba palmaditas en el pelo...sentía un dolor espantoso, sabía que el muchacho me estaba reventando el culito con su mandarria, sentí como me estaba desmadrando mientra lo tenía allí adentro y el cabrón se empezó a mover, sacándola y metiéndola, metiéndola y sacándola brutalmente, más y más y más rápido y mis quejidos quedaban ahogados en el pecho del otro we, apenas si alcanzaban a escapar unos leves pujidos que se asemejaban a un !jhump jhump jhump!...ya casi habíamos recorrido tres estaciones y yo sentía desfallecer de dolor, nos acercábamos a la cuarta, la gente se reacomodaba por que unos bajarían a la siguiente y yo seguía allí empotrado en esa tranca que entraba y salía sin piedad dentro de mi...yo sudaba enormemente, el sudaba y quien me tenía la cabeza en su pecho también sudaba y horror también con el trabuco fuera de su bragueta...entonces el mosalbete me apergolló mas fuertemente de la cintura, empujó violenta y profundamente mas su ñonga y sentí, sentí como el malvado se corría dentro de mi, bañándome los intestinos con sus espesos, calientes y viscosos mecos, sentí como su camote pulsaba dentro de mi cada vez que uno de sus chisguetes era depositado en mi lacerado y lastimado pedorrín y me aflojé..