Deboarh, Llévame al cielo sin salir de nuestro cuarto.
En las puntas, tus yemas, diminutas y en plurales, rozan mágicamente mi pecho y de tu calmo lago de agua en el hoyuelo de tus clavículas se fondea mi ancla de día turbulento.
Deboarh, Llévame al cielo sin salir de nuestro cuarto.
En las puntas, tus yemas, diminutas y en plurales, rozan mágicamente mi pecho y de tu calmo lago de agua en el hoyuelo de tus clavículas se fondea mi ancla de día turbulento.
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